Por una sociedad más concienciada con las enfermedades alimentarias
El aumento de diagnósticos de enfermedades alimentarias ha crecido en los últimos 20 años y se estima que el 75% de la población llegará a desarrollar una enfermedad o intolerancia de algún tipo.
Hace años, las alergias alimentarias, la celiaquía o las intolerancias eran pasadas por alto y no se tenían en cuanta. Sin embargo, ha sido a raíz de que las personas escuchan hablar de estas anomalías que acuden a las consultas médicas en busca de respuestas a su malestar.
“Uno no diagnostica lo que no tiene en la cabeza”, matiza Miguel Añó, médico especialista en alergología.
Este aumento de casos diagnosticados se debe a esa búsqueda voluntaria por parte del paciente de confirmar o desmentir una enfermedad celíaca, una alergia alimentaria o una intolerancia. Y según Mª Antonieta de Andrés, vocal de alimentación del Colegio Oficial de Farmacéuticos (COF), nutricionista y tesorera de la Sociedad Española de Farmacéuticos-Nutricionistas (Sefync), es en torno a un 0,5% y un 1% lo que han aumentado las celiaquía en los últimos 10 años; en el caso de las alergias supone entre un 3 y un 7% en los últimos 20 años, y se estima que el 75% de la población desarrollará una enfermedad o una intolerancia de algún tipo.
¿Cómo podemos diferenciar entre intolerancia, alergia y celiaquía?
“La intolerancia se suele deber a un defecto enzimático, un mal metabolismo de una determinada proteína, de un determinado azúcar o de un hidrato que hace que el alimento no se metabolice adecuadamente, no se puede absorber y lo que ocurre es que fermentan dentro del tubo digestivo y producen gas”. | “La intolerancia al gluten, denominada enfermedad celíaca, es un caso especial porque no es que haya un defecto enzimático, sino que lo hay son anticuerpos específicos de tipo IgA que actúan a nivel de vellosidades intestinales, haciéndolas desaparecer, aumentando las criptas y produciendo una infiltración linfocitaria”. | “La alergia es un mecanismo de defensa en el que tú comes algo y creas anticuerpos específicos frente a ese algo porque el organismo piensa que le está atacando, y lo hace a través de inmunoglobulina E”. |
Síntomas principales
Reacción alérgica – Hinchazón – Lesiones rojizas – Urticaria – Habones – Ronchas – Incapacidad para dormir – Dificultad para respirar – Angioedema – Bajada de tensión – Reacción anafiláctica | Intolerancia – Gases – Dolor abdominal – Diarrea – Hinchazón – Retortijones | Celiaquía – Anemia – Hinchazón – Dolor abdominal – Estreñimiento – Malestar corporal – Cansancio – Bajada de tensión – Vómitos – Mareo |
Como explicaba el alergólogo, la diferencia principal entre alergia e intolerancia reside en que la alergia a un alimento puede llegar a quitarte la vida, pues puede desencadenar en una urticaria, una obstrucción de la vía aérea por un angioedema o una reacción anafiláctica con bajada de tensión arterial.
Proceso de diagnóstico
Según el especialista Miguel Añó, el punto de partida para identificar el problema que padece el paciente reside en la observación de una serie de parámetros que ayudarán al especialista a conocer si un paciente está sano o si existe la posibilidad de que pueda pasarle algo.
El siguiente paso es la revisión de la anamnesis, la historia clínica del paciente, para apreciar con perspectiva datos como antecedentes, intervenciones quirúrgicas, el lugar de nacimiento, entorno en el que reside, lugar donde trabaja, etc., para comprender la relación existente con el proceso previo de observación.
Y por último se procede al diagnóstico a través de un análisis de sangre, biopsias intestinales o las pruebas pertinentes para detectar la patología sufrida.
La tesorera de la Sefync, destacaba que en el caso de que un paciente pueda presentar una posible enfermedad alimentaria el primer paso es determinar los síntomas que padece y, después, realizar un proceso de observación en el que se apunte lo que se come en un día y los síntomas que experimenta. De esta manera, podrán relacionarse los alimentos que provocan este malestar, puesto que “normalmente las pruebas que se hacen para la intolerancia no salen”.
En el caso de una intolerancia a la lactosa, esta es más sencilla de detectar, pero “si es una intolerancia a un excipiente de un medicamento o a algo añadido a un alimento es muchísimo más difícil de saber qué intolerancia puedes tener”, matizaba la farmacéutica y nutricionista.
En el caso de la celiaquía o una alergia, un análisis de sangre puede esclarecer qué patología puedes sufrir. Pero el proceso más común en estos casos es conocer los síntomas, realizar un análisis serológico para ver los anticuerpos, “porque es una enfermedad autoinmune”, realizar una biopsia del intestino y proceder al diagnóstico. Pero, “hasta no llegar a la biopsia no se diagnostica una celiaquía”.
Mª Antonieta de Andrés destacaba este proceso como los pasos básicos para el diagnóstico de la celiaquía. Pero recalcaba además, que esta enfermedad posee un factor genético muy potente: “en la celiaquía influye siempre el factor genético para desarrollarlo”. Como destacaba la especialista, la sensibilidad al gluten se detecta igual que la celiaquía, la diferencia es que no influye la genética; “vas a tener que hacer exactamente lo mismo que si fuese celíaco, pero no eres celíaco”.
¿Por qué nos volvemos intolerantes o alérgicos a un alimento?
Uno de los principales motivos es la mala alimentación que existe, “todos los ultraprocesados tienen muchísimo azúcar, muchísima grasa y todo eso irrita muchísimo lo que es el aparato digestivo”, destaca Mª Antonieta de Andrés. Pero luego están los factores ambientales como la contaminación o los factores genéticos, es decir, la epigenética. En este último caso, “si tú tienes un gen el cual puedes desarrollarlo y dar una patología si no estás en un medio ambiente lo que ocurre es que ese gen no se va a señalizar. En cambio, si tienes un medio ambiente que le va a propiciar para que se señalice, pues vas a tener la patología”, matizaba la vocal de nutrición del COF.
Cuando hablamos de alergias alimentarias, “si uno de los dos descendientes es alérgico, el 68% de la descendencia va a nacer con una predisposición a desarrollar alergias”, explicaba el alergólogo. Existe la posibilidad de que nazcan sin alergias, pero dependiendo del lugar en el que vivan van a desarrollar unas alergias u otras.
En el caso de que ambos progenitores presenten alergias, “el 98% de los hijos heredarán la predisposición a desarrollar también procesos alérgicos”, matizaba Miguel Añó. Y cuando hablamos de intolerancias, puede deberse a un antecedente familiar, puede nacerse con ella, desarrollarla con el tiempo… Pero no cabe duda que una persona puede ser portadora de una celiaquía o intolerancia al gluten y desarrollarla con el tiempo.
Existen otros casos en los que si tu organismo necesita determinada cosa lo va a producir, el problema viene cuando dejas de necesitarla porque entonces tu organismo dejará de producirlo y en el momento en que vuelves a consumirlo tu organismo no lo procesa y le sienta mal, desarrollas una intolerancia, porque tu intestino se ha vuelto más vago y tiende a metabolizar peor. Es por este motivo que si una persona no necesita dejar de consumir un alimento no debería hacerlo por voluntad propia.
En relación a estas palabras de Miguel Añó, Mª Antonieta de Andrés recalcaba el hecho de que existe la posibilidad de que no seas intolerante, sino que el problema resida en una mala microbiota que provoca esas intolerancias, por ello, recomienda primero acudir al médico y luego, si no se detecta el problema, comenzar reponiendo la microbiota con probióticos, para determinar si las intolerancias provienen de ahí, y si el problema no se soluciona “sí que es verdad que tienes que empezar a tomar nota de qué alimentos te sientan mal”, y a partir de ahí “ir quitando alimentos y luego volverlos a poner para ver cómo afectan al cuerpo”, pero siempre con la ayuda de un especialista.
“Me hice pruebas de sangre y di negativo, que estaba todo bien, me seguí encontrando mal, me hicieron pruebas de intolerancia y pruebas de sangre, también salió todo normal y a la tercera sí que me salió que era intolerante/alérgica.
Carla Ruiz
Los médicos dicen que posiblemente mi médico, antes de saber que yo era celíaca, me mandó una dieta estricta por tener colesterol heredado alto, entonces tuve que empezar a tomar alimentos integrales: arroz integral, pasta integral, pan integral. Entonces no sabemos si se desarrolló como un efecto rebote o mi cuerpo reaccionó mal a estos alimentos, como que se defendía de ellos y me salió esto, no se sabe a ciencia cierta pero mi cuerpo tiene una barrera a estos alimentos”
¿Podemos prevenir el desarrollo de intolerancias alimentarias?
Mª Antonieta de Andrés considera que si llevamos una buena alimentación, las posibilidades de desarrollar una intolerancia se vean reducidas.
“Todos estos productos ultraprocesados, lo que te hace es irritar tu estómago. Entonces, al irritar tu estómago y tu duodeno, tú no tienes bien protegido ese intestino para que vaya a absorber bien o mal los alimentos”.
Mª Antonieta de Andrés
Convivir con enfermedades alimentarias
Carla Ruiz, celíaca e intolerante a la lactosa, en una entrevista para este medio se emocionaba al hablar de su proceso de cambio en sus hábitos alimenticios: “No puedo comer cosas que comía siempre, sobre todo a la hora de ir a comer a un restaurante o a cualquier sitio tengo que estar pendiente de lo que como. Antes era mucho más fácil ir a comer, porque iba a comer a cualquier sitio, ahora tengo que mirarlo con tiempo”.
Existen muchas barreras decía, no todos los bares y restaurantes disponen de alimentos para celíacos. Además, destacaba también que su cuerpo y su mente han sufrido un cambio radical: “he perdido mucho peso desde que no como gluten, he bajado muy rápido de peso, he tenido altos y bajos”.
Destacaba además Carla, que tiene días buenos y días malos pero puede sobrellevarlo, al principio le costaba más salir con sus amigos a tomar algo, a comer con sus padres o su pareja porque el hecho de querer comer algo que te gusta y no poder te hace sentir impotencia.
Necesidad de formación y educación
La experiencia personal de Carla Ruiz nos permite identificar una problemática real en la actualidad: “la sociedad no está bien informada en relación a este tipo de enfermedad”.
Esta declaración la corroboraba por Mª Antonieta de Andrés con las siguientes palabras: “No solamente hay falta de información de la gente, sino que cuando tú intentas formar, la gente no quiere formarse. Porque, claro, tú les dices a todas las personas que lo único que deben de comer son verdaderamente frutas, proteínas… O sea, comida sana, y es muy difícil que esta gente se quiera convencer de que ellos están mal por la comida. Es dificilísimo de convencer”.
Recalcaba también la especialista que es clave que las personas estén en contacto con un nutricionista para poder cambiar sus rutinas de alimentación y cambien progresivamente su mentalidad hacia los alimentos.
Y como bien expresa Carla, la gente no es consciente de lo duro que es sufrir esta enfermedad ni lo que conlleva puesto que la sociedad no está preparada para satisfacer las necesidades alimenticias de aquellos que padecen problemas de alimentación.
A pesar de los alimentos existentes en los supermercados, la hostelería no está preparada, pero tampoco el resto de ciudadanos, pues la necesidad de concienciación es inherente para que todos los individuos puedan disfrutar de las mismas necesidades básicas de alimentación sin tener que pagar más por un mismo producto, como es el caso de las personas con alergias alimentarias, celiaquías o intolerancias.
La clave está en la educación desde los colegios, expresaba Mª Antonieta. Para ella, lo más importante es acudir a las asociaciones de padres y madres “para enseñar a educar y educar”. Aunque, en realidad, “todo esto tiene que empezar desde que la madre está embarazada, antes de quedarse embarazada incluso, porque influye muchísimo también la época en la que el niño está en el vientre de la madre, cuando se está gestando. […] Una mala alimentación de la madre puede provocar que igual el niño en un futuro desarrolle algún problema”.
Y por último, Carla Ruiz destacaba al final de la entrevista la importancia de que aquellas personas diagnosticadas no cometan el error de continuar ingiriendo los alimentos que les sientan mal por mucho que les guste algo, pues existe la posibilidad de que una persona intolerante pueda llegar a convertirse en alérgica.
“Haz caso a tu médico y de verdad lleva una dieta normal que yo ya me he acostumbrado, como pasta, como bizcocho, pescado, legumbre, compro muchas cosas, puedo alimentarme así que lo único más restrictivo son los sitios fuera de casa, pero todo se puede llevar, puedes convertirlo en una rutina”.
“Yo no lo denominaría como una enfermedad, lo denominaría como un nuevo estilo”.
Carla Ruiz