La depresión, un enemigo silencioso para los estudiantes de medicina

Gabriel Martínez Gómez | 23/04/2024 | Santander
En la actualidad, los estudiantes de todos los ámbitos académicos enfrentan una presión sin precedentes. La ansiedad y, en muchos casos, la depresión se han convertido en compañeras constantes en su jornada educativa, llevándolos a experimentar situaciones que los hacen cuestionar su futuro. Esta carga emocional no solo impacta su rendimiento académico, sino que también afecta profundamente su bienestar psicológico y su capacidad para enfrentar los desafíos de la vida.
En ningún ámbito es más evidente el impacto de la presión académica que en el caso de los estudiantes de medicina. Estos futuros profesionales de la salud enfrentan niveles de estrés y ansiedad que superan con creces los de cualquier otro campo. La naturaleza exigente del currículo, las largas horas de estudio, las expectativas elevadas y la responsabilidad inherente a cuidar de la salud y el bienestar de los demás crean una combinación única de desafíos mentales y emocionales.
En este contexto, la salud mental de los estudiantes de medicina se convierte en una preocupación urgente, pues su capacidad para manejar el estrés y mantener un equilibrio emocional no solo impacta su propio bienestar, sino también la calidad de la atención médica que brindarán en el futuro.

Fotografía: Getty Images
La realidad descrita por el estudio llevado a cabo en las 43 facultades de Medicina de España, fue realizado por el Consejo Estatal de Estudiantes de Medicina (CEEM) y la Sociedad Española de Educación Médica (SEDEM) reflejó unos resultados muy poco esperanzadores en lo relativo a esta cuestión. Este se llevó a cabo entre más de 5.000 estudiantes de medicina en toda España poniendo de relieve una problemática profunda dentro del ámbito educativo de la medicina.
Los datos revelan un panorama desolador: el 41% del estudiantado presenta síntomas de depresión, un 25% sufre de ansiedad moderada o grave, el 36,8% muestra trazas de burnout y un preocupante 11% reporta ideas suicidas.
Esta situación refleja una crisis de salud mental que afecta significativamente a quienes se preparan para dedicar sus vidas al cuidado de otros. Además, el estudio señala un sesgo de género, con un mayor porcentaje de mujeres afectadas por síntomas de depresión en comparación con los hombres.
Ante estos alarmantes hallazgos, es imperativo cuestionar el sistema educativo que lleva a los estudiantes de medicina a experimentar tal nivel de estrés y desgaste emocional. Se plantea la necesidad de revisar y reformar los planes de estudio, priorizando una mayor integración de prácticas clínicas desde los primeros años de formación. La falta de contacto con pacientes reales y el enfoque excesivamente teórico parecen ser factores que contribuyen a esta crisis de salud mental entre los estudiantes.

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Es esencial que las facultades de medicina reconozcan la importancia de la atención al paciente no solo desde una perspectiva biológica, sino también desde un enfoque emocional y psicológico. La gestión de la empatía y las emociones, así como el manejo del paciente a nivel psicológico, deben ser aspectos fundamentales dentro del currículo educativo. Solo así se podrá preparar a los futuros médicos para enfrentar los desafíos del ejercicio profesional de manera integral y saludable.
Sara Teixeira, estudiante de medicina de 5 año, comenta lo siguiente cuando se le pregunta si conoce de algún caso de depresión en su entorno académico:
“Pues sí, muchísimas compañeras que se medican y todo por el tema de la ansiedad. Pero a ver, también depende de la persona. Hay gente que los administra de cierta forma y si que es muchísima presión. “
“Pero vamos, que sí, que te estresa muchísimo y es un nivel de no tanto responsabilidad, sino de exigencia, porque los estudiantes de medicina en sí, siguen como un prototipo de persona que es perfeccionista, muy exigente consigo misma. Y en el momento que ves que te va a costar muchísimo una asignatura, pues tú mismo te presionas y eso te puede perjudicar en la salud y en todo.”
La experiencia compartida por Sara Teixeira, refleja la realidad palpable que enfrentan muchos estudiantes en este campo. La presión y la exigencia inherentes a la formación médica pueden tener un impacto significativo en la salud mental de los individuos, llevándolos a experimentar ansiedad y depresión. Es crucial que las facultades de medicina reconozcan esta situación y adopten medidas concretas para abordarla.
Resulta evidente que la cultura de perfeccionismo y la autoexigencia que caracterizan a muchos estudiantes de medicina pueden contribuir a aumentar la presión y el estrés. Por tanto, es necesario fomentar un entorno académico que promueva el autocuidado y el bienestar emocional de los estudiantes, brindándoles el apoyo necesario para hacer frente a los desafíos que enfrentan durante su formación.

La ansiedad solo es el principio
En la búsqueda del aprendizaje y el crecimiento personal, es común encontrarnos con situaciones que nos desafían y nos exigen superarnos a nosotros mismos. En muchos casos, la tensión y el estrés pueden actuar como impulsores que nos motivan a esforzarnos más y a alcanzar nuestras metas. Sin embargo, existe un punto en el que esta presión se vuelve excesiva y contraproducente, como lo evidencia el preocupante panorama que enfrentan los estudiantes de medicina en España.
“La ansiedad realmente es super importante para nuestra vida. Sin ansiedad estaríamos muertos. La ansiedad la necesitamos para poder llevar a cabo tareas y poder desempeñar nuestras funciones de una manera exitosa, de una manera buena. Un poco de ansiedad nos ayuda a tener esa motivación, a conseguir alcanzar ciertos retos. Pero la ansiedad, cuando se extiende tanto en intensidad como en tiempo, es cuando empieza a ser un problema. Entonces, al principio, lo dejamos pasar, pero luego empieza a salir al exterior esa sintomatología que no relacionamos de manera directa, pero que está vinculada a la ansiedad, como esos dolores de cabeza, esos temblores, esos problemas para concentrarse, dolores intestinales, entonces ahí es donde se debería marcar ese punto de inflexión de lo que es adaptativo a lo que no, en el momento que ya nos sobrepasa y no nos está ayudando a desempeñar nuestras funciones, sino todo lo contrario, nos está entorpeciendo en nuestro día a día.”
Esto explicaba Sara Morales, licenciada en Psicología, acerca de la situación que viven miles de jóvenes estudiantes en nuestro país. La ansiedad y la depresión son trastornos mentales que pueden manifestarse de manera interconectada en muchas personas. En muchos casos, la ansiedad puede ser considerada como un primer indicador de depresión, ya que comparten síntomas y se superponen en su presentación clínica.
La psicóloga Sara Morales también cree que: “hay muy poca psicoeducación al respecto porque siguen existiendo muchísimos prejuicios y estereotipos con respecto a lo que la depresión es cuando la sintomatología es mucho más compleja de lo que se cree”.
El estigma y los prejuicios en torno a los trastornos de ansiedad y depresión pueden tener un impacto devastador en aquellos que los experimentan. Con demasiada frecuencia, el miedo al juicio o la discriminación impide que las personas afectadas busquen ayuda o hablen abiertamente sobre sus problemas de salud mental.
Romper el silencio en torno a la salud mental es un paso crucial hacia la curación y la recuperación. Al hablar abierta y sinceramente sobre nuestras propias experiencias y alentando a otros a hacer lo mismo, podemos desafiar los estereotipos y construir una sociedad más comprensiva y solidaria.
Es fundamental fomentar un entorno en el que las personas se sientan seguras y cómodas al buscar ayuda y hablar sobre sus luchas internas. Solo entonces podremos superar el estigma y garantizar que todos tengan acceso al apoyo y tratamiento que necesitan para recuperarse y prosperar.