La carretera que daba vida al Valle de Toranzo
Toranzo (12/03/2024)
B.Fernández
La carretera nacional N-623 ha sido durante décadas la vía principal de unión entre Burgos y Santander atravesando el Puerto del Escudo, tras la creación de una nueva autovía, la A-67, que acorta los tiempos y aumenta la seguridad entre estas dos ciudades, ha supuesto un gran cambio para las poblaciones por las que discurre la ya mencionada nacional. Sobre todo haciendo más estragos en las zonas rurales del interior.
Desde su creación en 1801 la nacional 623 y sus posteriores mejoras, ha sido clave para la conexión y el transporte de la región cántabra, tanto por su paso por seis municipios diferentes como Luena, Corvera de Toranzo, Puente Viesgo, Piélagos, Camargo y Santander como por su corta distancia en kilómetros, la travesía de Burgos a Santander queda completada en 153 kilómetros. Actualmente sigue siendo la distancia más corta aunque no la más rápida ni la más segura, sus curvas marcadas y el descenso de los 1.100 metros de altitud del Puerto del Escudo hacen complicada tanto su subida como su bajada.
Estos elementos también hacían que anteriormente a la autovía fuese una carretera con un importante volumen de tráfico que a veces se hacía difícil de controlar con congestiones frecuentes y tiempos de viaje más alargados sobre todo en la zona de Alceda – Ontaneda donde se empieza a ascender hacia el puerto. Así lo recuerda Sindo González, quien ha dedicado toda su vida a los sobaos y a las quesadas a pie de la nacional, “Había días que esto era un caos por la cantidad de coches que iban y venían, y ya si era por un accidente podían estar horas en atasco”.
Según los datos del Ministerio de Fomento ante la intensidad media diaria de tráfico por la N-623, desde del año 2005 al año 2019 se ha pasado de 3500 vehículos diario a sobrepasar por muy poco los 1500. Estos datos afirman así que la inauguración de la A-67 en el año 2009 ha absorbido un gran volumen del tráfico que transitaba por las zonas de la nacional.
Es objetivo que la nueva y moderna autovía ya se ha convertido en todo un hito de las infraestructuras viales en Cantabria, ha proporcionado una conexión más rápida y efectiva entre lugares claves de la región e incluso ha contribuido a la descongestión del flujo de tráfico en la carretera nacional.
Desgraciadamente para los municipios del interior cántabro como son Luena y Corvera de Toranzo este flujo de tráfico y de vehículos han sido un sustento para la población durante muchos años que cada vez se va viendo más reducido. En particular el Valle de Toranzo reconocido por su belleza paisajística, acogedores pueblos a los pies de los Valles Pasiegos, su gastronomía, sobaos, quesadas y sus helados, han notado junto con la crisis económica un descenso histórico tanto en las ventas como en las personas que paraban a hacer noche en las distintas posadas que había junto la carretera, actualmente todas ellas cerradas, comer en los tradicionales restaurante donde sobretodo camioneros consumían el menú del día o simplemente aquellos que aprovechaban la travesía para conocer los pueblos, “todo el que pasaba paraba a consumir si no era en un pueblo era en otro, comían en restaurantes, se quedaban en posadas y esto daba mucha vida a los pueblos.”
“Ha habido un momento que creí que sí que esto iba a ser una ruina total, pero la verdad es que creo que no se va a vaciar pero se va a vivir de otro sustento, si creo que va a coger mucha importancia el turismo rural” ahora como bien confirma Sindo, todo esto se ha quedado reducido a los turistas que se desplazan hasta Toranzo durante algún fin de semana en los que hace buen tiempo.
La despoblación
Otra de las graves consecuencias que se sufren en esta zona de Toranzo, concretamente en el municipio de Santiurde de Toranzo es la despoblación rural.
En el año 2022 fue declarado zona de riesgo ya que su número de habitantes no supera los 2.000, son 1732, aunque no es su cifra más baja ya que en 2014, no superaron los 1581 habitantes, esto es significativo de décadas bajo el problema de la población. Además su densidad de población es inferior a 12,5 habitantes por kilómetro cuadrado y la tasa de envejecimiento supera el 30%.
Por estos datos el Gobierno de Cantabria ha puesto a disposición del municipio la Ley contra la despoblación rural por la que se implantan deducciones de la cuota del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (I.R.P.F.) e incentivos para el establecimiento de personas en estas zonas.
Ante estas medidas Consuelo Mazón, alcaldesa de Vejorís de Toranzo, un pequeño pueblo del municipio, afirma que estas medidas “pueden ser viables pero no suficientemente efectivas, pueden serlo a largo plazo y estamos ante una situación que requiere una actuación inmediata”, además cree que una de las soluciones sería invertir los esfuerzos en conseguir que los que ya residen en este municipio permanezcan en este y no se vean obligados a irse a la ciudad. La misma explicación le da a las empresas, si estas no se van del ámbito rural y se fomentan sus ayudas pueden llegar a crear puestos de trabajo y aumentar la población.
En cuanto al envejecimiento que sufre Santiurde de Toranzo, Consuelo es rotunda: “nuestro colegio no llega a 100 niños en total y los fallecimientos cada vez son más frecuentes”. También analiza la situación en conjunto y con los sentimientos generalizados de los mayores del municipio “los pueblos se van a ir vaciando, lo que supone una enorme tristeza por todo el empeño, trabajo y esfuerzos que han realizado tanto nuestros mayores como sus antepasados para crear una vida en los pueblos”.