La natalidad disminuye, mientras que el problema demográfico aumenta
La región cántabra se encuentra en una caída progresiva respecto al índice de natalidad, el cual desde 2008 ha ido disminuyendo año tras año, según las cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE). Las estructuras familiares han evolucionado debido al cambio de perspectiva generacional y a los factores socioeconómicos actuales. Como consecuencia, el cómputo poblacional cerró el pasado curso con 591.151 personas, donde tan sólo 57.506 individuos eran menores de doce años, como indican los datos oficiales del Instituto Cántabro de Estadística (Icane). De tal manera, el riesgo en términos de sostenibilidad hacia el sistema de pensiones y atención sanitaria queda como una incógnita por resolver ante un envejecimiento latente de la sociedad.
El costo asociado a la educación, cuidado infantil, ropa, alimentación y pañales son factores que los jóvenes definen como “determinantes” a la hora de valorar criar a un bebé. El estilo de vida de los adolescentes cántabros prioriza el trabajo o las carreras universitarias ante unos recursos limitados en fomento a una indisposición de formar una familia. Apreciable en la diferencia entre el número de partos del año 1957 (9.737) y 2023 (3.148), donde la negativa estadística data de una caída de 6.589 infantes. Así, las prioridades personales y profesionales, a favor del desarrollo personal, han desencadenado en una revolución estadística que data de récords históricos en la tasa de natalidad.
Carmen De Manuel, que concibió a su tercer hijo durante 2023, afirma que “la gente no quiere tener hijos porque son más quebraderos de cabeza en su día a día”. La vecina de Villanueva de Villaescusa explica que existe una escasez de actividades de concienciación hacia la juventud sobre el hecho de traer una persona al mundo: “Falta preparación para todas esas madres que tienen muchas dudas de cómo tratar a sus hijos o de cómo tratar la lactancia materna”.
La madre de David, Susana y Gonzalo explica que las ayudas estatales como la baja por paternidad y la baja de maternidad, el servicio de madrugadores o el de ludoteca no son soluciones óptimas para un recién nacido, que necesita un cuidado parental diario y no una conciliación de horarios laborales. “Hay que intentar poner las cosas un poco más fáciles debido a que la sociedad no ofrece suficiente apoyo a los nuevos padres”, achaca.
A su vez, manifiesta que la sociedad piensa en demasía el aspecto económico y expone cómo conoce a familias numerosas, formadas por hasta cinco hijos, que tienen puestos de trabajo sencillos como puede ser una cocinera o un encargado de mantenimiento, y aún así, consiguen sacar adelante su objetivo de vida: Ser felices y que sus hijos sean felices. Carmen comenta que quien decida no tener hijos puede que se arrepienta toda la vida, ya que es una de las mejores sensaciones que existen.
“Se nos ha olvidado que los hijos nos pueden dar más momentos felices que gastos”
Ante la ansiedad juvenil por el proceso de dar a luz detalla que “el grupo médico de Valdecilla es espectacular y está súper bien formado. Me hicieron vivir un proceso muy tranquilo, nada estresante, siempre pendientes del bebé y de mí”. No obstante aclara que existen diferencias entre su primer parto y el último: “Hace diez años todo era totalmente lo contrario a lo que se vive en la actualidad. El hecho de dar a luz es un momento que ahora te lo hacen ver como algo mágico, es decir, un momento dulce en el que vas a conocer un amor a primera vista”.
Marta Arriola, matrona del Hospital Universitario Marqués de Valdecilla, explica cómo las técnicas actuales para garantizar la seguridad y el bienestar de las madres han evolucionado hacia el uso de monitores de registros cardiotocográficos. La función de estos aparatos reside en escuchar el corazón del bebé y ver la tripa de la madre mediante la colocación de un transductor. Sin embargo, la matrona describe cómo el principal problema de su trabajo reside en la logística, donde el centro santanderino cuenta con únicamente 10 salas destinadas a partos y asegura que “se debería intentar meter a la gente que esté de parto de verdad y no meter a la gente en fases muy tempranas”.
No obstante, Cantabria, junto a Asturias, Galicia y Castilla y León, es una de las comunidades autónomas con menor tasa de natalidad. Por consiguiente, el hospital regional no ve como una exigencia contar con una organización de trabajo destinada a grandes números de madres. Arriola admite ante la disminución del volumen de partos que “ahora se atiende con mayor comodidad porque no tienes que trabajar corriendo. Más o menos, hay una matrona por cada mujer y se produce una atención de manera personalizada”.
Asimismo, la profesional del cuidado de la mujer durante el parto expresó el por qué del negativo declive de los nacimientos en Cantabria a raíz de 2008: “Se ha encadenado una crisis tras otra, lo cual, unido al aumento de la especialización requerida en los trabajos, ha acarreado una independencia de la casa familiar tardía”. El futuro cántabro apunta a una continuación de la pirámide invertida que supone la natalidad, pero en algún momento la tendencia deberá cambiar o todo terminará en un desastre para el modelo de vida español, según la experta en salud materna.
“A nivel social, ya no está tan mal visto ni se juzga tanto el no tener un hijo”
Matrona de Valdecilla
Perros por hijos
El Registro de Animales de Compañía en la comunidad norteña data de 149.400 perros en toda la comarca, lo que casi triplica el número de niños cántabros y denota una tendencia hacia adoptar una mascota antes que criar a un menor. Las últimas generaciones ven en los animales de compañía una vía de construir una familia sin asumir tanto grado de responsabilidad o dedicación.
Este nuevo modelo de familia, que ha llegado con influencia de los Estados Unidos, se ha asentado en todo el territorio nacional y permite una mayor libertad para hacer planes en los tiempos libres. Sumado a eso, las personas que adoptan o compran un perro hablan de un vínculo emocional que se asemeja al apego de tener un hijo, pero con un factor trascendental: Un costo menor.